
Recibir elogios en el trabajo es muy bueno, ¿cierto? Sin embargo, no siempre es fácil hacer un elogio. Y ahí es donde se pone el dedo sobre la llaga porque a muchas personas les supone más esfuerzo elogiar que lo contrario. La posibilidad de parecer un adulador que sólo quiere congraciarse con el jefe es grande. Pero con la forma adecuada es posible hablar bien del trabajo de los demás. Los elementos esenciales para saber elogiar giran en torno a que es necesario estar seguro de sí mismo y del elogio para que no suene forzado, algo que sea real y de verdad para las personas. Estos son algunos ejemplos útiles: mirar a los ojos de la persona a la que se elogia sin intimidar; sonreír con afecto, sin forzar la sonrisa, sino usándola como complemento; dejar caer el elogio con seguridad pero tampoco regodearse en el cómo esperando algo ya que puede ser intimidatorio, y utilizar frases en primera persona.
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