
Por ANTONIO MANZANO
Un amigo mayor me contó su tragedia y creo que lo curé. Cuando una persona intelectual se jubila y experimenta una sensación de pérdida de propósito, es común que surja una depresión. La transición hacia la jubilación puede ser difícil, especialmente si gran parte de su identidad estaba vinculada a su carrera. Sin embargo, existen formas efectivas de recuperar un sentido de vida y bienestar en esta etapa. La curiosidad intelectual no tiene edad. Aprender algo nuevo puede reavivar la motivación y sentido de propósito. Esto puede incluir temas nuevos que no haya tenido tiempo de explorar en el pasado o profundizar en áreas de interés existentes. Compartir el conocimiento: enseñar, escribir, mentorizar o dar conferencias puede ser una excelente forma de transmitir la experiencia acumulada y sentirse útil, conectado y valorado. La escritura de libros, investigaciones o publicaciones puede ser una forma de seguir involucrado con el pensamiento crítico.
El voluntariado es una vía para sentir que uno está aportando y ayudando a los demás. Organizaciones benéficas, ONG, proyectos educativos o medioambientales siempre necesitan personas con experiencia. Ser mentor y ofrecer orientación a jóvenes o a personas en etapas profesionales tempranas es una manera poderosa de influir positivamente en la vida de otros y sentirse útil. Un profesional de la salud mental puede ofrecer apoyo para manejar la depresión. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es particularmente útil para cambiar patrones de pensamiento negativos. Las redes sociales pueden disminuir con la jubilación, lo que puede generar sentimientos de soledad. Estar en contacto con amigos, colegas o familiares es vital para el bienestar emocional. Participar en grupos con intereses comunes (literatura, filosofía, arte) puede ayudar a cultivar nuevas amistades. Estas técnicas pueden ayudar a gestionar la ansiedad, la tristeza o el estrés que surge con el cambio de vida. Dedicar tiempo a pasatiempos puede ser un momento perfecto para explorar pasiones olvidadas o descubrir nuevas actividades, como la música, pintura, jardinería, fotografía, cocina, etc. Los hobbies creativos o manuales pueden proporcionar una gran satisfacción.
Fomentar la actividad física con actividades como caminar, nadar, yoga o incluso el baile no solo son buenas para el cuerpo, sino que también mejoran el ánimo y la mente. El ejercicio no solo mejora la salud física sino también el bienestar mental. Caminar, nadar, practicar yoga o ejercicios de fuerza pueden aumentar la energía y mejorar el estado de ánimo al liberar endorfinas. Llevar una dieta equilibrada es crucial para mantener un buen estado físico y mental, lo cual puede mejorar la sensación general de bienestar. El tiempo libre de la jubilación brinda la oportunidad de viajar, conocer lugares nuevos o disfrutar de experiencias que antes no eran posibles debido a las obligaciones laborales. Inscribirse en cursos universitarios, talleres, seminarios o clases online permite mantener la mente activa y conectar con personas de intereses similares. Tener un proyecto de largo plazo puede dar un sentido renovado de objetivo. Esto puede ser algo como escribir un libro, crear un jardín, desarrollar una investigación personal, o incluso fundar una organización o club relacionado con alguna pasión personal.
Aceptar que la jubilación es una oportunidad para redescubrir quién se es fuera del ámbito laboral. Es un momento para reformular la identidad y el valor personal más allá del trabajo, enfocándose en el «ser» más que en el «hacer». Buscar apoyo en grupo es crucial, ya que existen colectivos específicos para personas en la jubilación que pueden ofrecer un espacio para compartir experiencias similares y encontrar apoyo mutuo. La falta de estructura en la jubilación puede contribuir a la sensación de vacío. Establecer una rutina diaria, aunque sea flexible, puede aportar estabilidad y sentido de logro. En resumen, la clave es aceptar que la jubilación no significa el fin de una vida activa y con propósito, sino una etapa de nuevas oportunidades. La curiosidad intelectual, el compromiso social, el autocuidado y la reinvención personal pueden ayudar a redescubrir la felicidad y el sentido en la vida después de los 68 años.
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