La escasa calidad literaria de España en la FIL 2024

Por ANTONIO MANZANO

La derecha sigue monopolizando la FIL, según se queja la izquierda. La cultura necesita un cambio generacional, pero no se trata de una permuta por cualquier cosa. Hay que entresacar los valores auténticos, los productos de calidad. Estos son puntos para la reflexión, sin tomar partido. Aunque el que escribe estas líneas sea un hombre profundamente de izquierdas, eso no significa que desprecie a la derecha. Cada ideología posee aspectos positivos y negativos. En estos días de FIL 2024 pude observar en conferencias, presentaciones y mesas redondas una crítica hacia la empresa, demonizándola sin justificación alguna. Es cierto que se potencian en estos grandes eventos descomunales encumbramientos de escritores de escasa calidad -léase Rosa Montero, Aramburu y una larga fila de autores sin vida- sin sangre, vacíos, pero que venden y eso es una realidad. Unos venden porque todo es un circo mediático y la gente compra libros y se convierte todo en negocio. Y no pasa nada. Sólo que hay una realidad: que la gente compra libros, gasta dinero en ellos, pero el 90 por ciento jamás lee. Ni siquiera muchos profesores de universidad, que escriben con faltas de ortografía simplemente porque no leen y no investigan y no ponen los mecanismos del pensamiento crítico y la lecto-comprensión. Pero eso tampoco es importante. Me gustó mucho en esta feria del libro dedicada a España que hubiera tan pocos autores relevantes, posiblemente porque la actual literatura española es intrascendente. Hasta los músicos eran viejos, famosos de otros tiempos. Acostumbrado a ver una Rosenvinge vibrante y joven, vi en las fotos a una artista ya avejentada, aunque no la puedo juzgar porque no la escuché. De modo que hablo de sensaciones, de descreencias.

         Es una pena que todo se mida con el dinero. La FIL es como los barrios de Los Ángeles: poderosos y ricos eran Planeta, Océano, Pinguin y otras así. El Gobierno de la 4T echó su dinero, de ahí que pudimos ver a una editorial engrandecida como Fondo de Cultura  Económica y a Taibo y a otros directivos paseándose con orgullo. Así también tuvo presencia la UNAM, y cómo no, la UDG, que al ser la organizadora no remendó de viejo y se lució lo mejor que pudo. Otras universidades estaban representadas en chiquito, así como excelentes editoriales pequeñas, que al no tener dinero poseían unos cubículos demasiado ridículos para su calidad.

       Hay un desequilibrio, pero desgraciadamente esto es un negocio y en los negocios triunfa la ley del más fuerte, el dinero, el flus como dicen los árabes. España puso su librería y mucha discreción. El Gobierno de México, a través de la Fundación Carlos Fuentes arrojó a la basura 124,000 dólares en un premio a un poeta español, supuestamente de izquierdas, que es misógino, ataca a las mujeres y su calidad poética está por debajo, a años luz, de su fama, encumbrada gracias a la política inculta y desinformada. Pero la gente no sabe leer, no distingue a un burro de un alazán de pura raza. La ignorancia es osada.

         El sábado último de feria estuvo vibrante. Los niños llenaban la FIL infantil y las galerías de los estands estaban al máximo nivel. Las compras -ya se habían ido los negociantes editoriales, que compran y venden basura leíble- eran frenéticas. Los papás y los compradores de libros iban cargados de bolsas que jamás se leerán, pero amo esta Feria desde 2006 que vine por primera vez, junto a un grupo enorme de representantes andaluces, conocí a alguien y ya, años después, decidí mudarme, vivir aquí, no sé si para siempre pero ya llevo doce años y he visto a la FIL evolucionar e involucionar, unas veces va para delante y otras da pasos atrás. Pero eso sí, se echan de menos a los grandes escritores. ¿Dónde están los maestros? ¿Volverán algún día? De momento solo hay fantasmas y aprendices y vagos escritores. Vimos el fantasma de Gabriel García Márquez, pero poco más. Ya no se ven poetas de calidad y España apenas tiene qué aportar. Mal momento para la escritura española, mal momento para la calidad de la FIL. Pero la esperanza nunca se pierde.


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