
Por ANTONIO MANZANO
La afirmación «todo es mentira en la vida» puede entenderse desde varias perspectivas filosóficas, psicológicas o incluso literarias. En filosofía, el concepto de verdad depende del contexto, la percepción y el lenguaje. Algo que consideramos verdadero en un momento puede desmoronarse con nueva información o una perspectiva diferente.Un descubrimiento científico que parecía incuestionable, como el modelo geocéntrico (que sostenía que la Tierra era el centro del universo), resultó ser falso con el tiempo. Lo que una sociedad creía como «verdad absoluta» se desmoronó con la llegada del modelo heliocéntrico.
En la vida cotidiana, las relaciones sociales pueden estar llenas de máscaras, intereses ocultos o falta de autenticidad. Muchas veces, la imagen que proyectamos no coincide con lo que realmente somos. Un político que promete cambios significativos para mejorar la vida de los ciudadanos, pero tras ser elegido, actúa en beneficio propio o de una élite, representa una «mentira» en la confianza depositada en él.
A menudo, las personas se mienten a sí mismas para evitar enfrentar verdades incómodas o dolorosas. El autoengaño es una estrategia psicológica que nos permite mantenernos en una zona de confort. Por ejemplo, alguien que permanece en una relación tóxica y se dice a sí mismo: «Ella cambiará con el tiempo», cuando en el fondo sabe que no es cierto.
Sociólogos como Émile Durkheim o teóricos como Yuval Noah Harari señalan que muchas de las estructuras que rigen nuestra vida son invenciones colectivas: dinero, naciones, religiones, leyes. Aunque son ficciones, guían nuestras acciones como si fueran verdades absolutas. Por ejemplo, el dinero es un pedazo de papel o un número en una pantalla, pero su valor depende de un acuerdo colectivo. Si todos dejaran de creer en ese sistema, perdería su significado.
En literatura, esta afirmación refleja el escepticismo sobre la realidad. Escritores como Calderón de la Barca en La vida es sueño exploraron cómo la vida puede ser una ilusión. El verso «¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión…» plantea que lo que vivimos podría no tener sustancia real, sino ser efímero como un sueño.
En la filosofía posmoderna, la idea de que «todo es mentira» se relaciona con la crítica a las narrativas únicas o verdades absolutas. Todo conocimiento es visto como una construcción subjetiva influenciada por intereses, cultura e historia.
El relato histórico de un mismo evento varía según quién lo cuente. La «verdad» de una guerra será diferente para el vencedor y el vencido. Esta afirmación no tiene por qué ser una sentencia pesimista. También puede leerse como una invitación a cuestionar, a no aceptar sin más lo que se nos presenta como cierto, y a buscar un sentido personal y auténtico en lo que experimentamos.
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